Historias Pulp

EN LO PROFUNDO DE LAS MINAS: CAPÍTULO 3 VOZ: MARÍA LARRALDE Perkins se había acercado a las cuadras para asegurarse del bienestar de los caballos. Eran pocos ejemplares, pero tenía que comprobar sus condiciones porque hacía demasiado frío. Al entrar sintió un olor extraño. Él era el encargado esa semana de atender a los cuadrúpedos por las noches. A pesar de que ya estaban servidos de comida suficiente, el responsable debía acudir a inspeccionar la cuadra al menos una vez más antes de dormir. Los animales estaban inquietos, seguramente por la tormenta. “¡Pobrecillos!”, pensó Perkins, “¿quién puede aguantar un frío así? Este viento parece que quiere matarnos a todos.” No veía bien, aguzó su vista, encendió dos candiles más. De repente sintió que algo no cuadraba. Se sobresaltó. ¡No veía los caballos! —

EN LO PROFUNDO DE LAS MINAS: CAPÍTULO 2 VOZ: MARÍA LARRALDE Anthony Butler comenzó a caminar encontrando una gran dificultad para avanzar debido a la cantidad de nieve acumulada en el camino que rodeaba la montaña. A cada paso le parecía estar levantando más de quince quilos de peso. Su mente se concentraba en cada una de las zancadas. Comenzó a sentir frío en su interior, y solo llevaba diez minutos fuera. Se dio cuenta de que aquello era imposible. No podría llegar ni en dos ni en veinticuatro horas. Miró hacia el horizonte. Parecía que el sol moribundo comenzaba a filtrar costosamente algunos rayos de luz. Pero, al igual que él no podía avanzar contra la nieve, el viejo astro no tenía suficiente fuerza para romper las compactas nubes borrascosas y llegar hasta los hombres para darles calor. Ambos empeños eran vanos. ¿Qué hacer?, se preguntó, comenzando a dudar de su arrojo irreflex

EL SILMARILLION: CAPÍTULO 9 DE LA HUIDA DE LOS NOLDOR VOZ: MARÍA LARRALDE Al cabo de un tiempo una gran concurrencia se reunió en el Anillo del Juicio; y los Valar se sentaron en la sombra, porque era de noche. Pero las estrellas de Varda brillaban en lo alto y el aire estaba claro; pues los vientos de Manwë habían barrido los vapores de muerte y habían devuelto las sombras al mar. Entonces Yavanna se incorporó y se irguió sobre Ezellohar, el Montículo Verde, pero estaba desnudo ahora, y negro; y puso las manos sobre los árboles, pero éstos estaban muertos y oscuros, y cada rama que tocaba se quebraba y caía marchita a sus pies. Entonces muchas voces se alzaron en lamentaciones; y les pareció a los que se apesadumbraban que habían bebido hasta las heces la copa de dolor que Melkor había escanciado para ellos. Pero no era así. Yavanna habló ante los Valar, diciendo: —La Luz de los Á

Un relato de María Larralde Voz. María larralde Existen sucesos sobre los que no se quiere arrojar luz alguna por lo insoportablemente horrendo de sus consecuencias. Pero… ¿y si hubiera razón tras los actos vesánicos de una persona? ¿Quién querría saberlo, quién querría aceptar esa verdad? El frío de aquel invierno de 1909 no puede compararse con nada más atroz. Jamás los habitantes de la pequeña población de Kennecott han reportado datos sobre una tormenta de mayores dimensiones. Informes escritos de algunos mineros cuentan cómo nubarrones albos cargados de nieve helada atormentaron los bosques de abetos hasta hacerlos doblarse en imposible contorsión durante semanas. Algunos mineros, estremecidos, susurraron a los miembros del primer equipo de rescate el terror que experimentaron durante su largo enclaustramiento debido, en gran parte, a lo extraño del comportamiento de los

EL SILMARILLION: CAPÍTULO 8. DEL OSCURECIMIENTO DE VALINOR VOZ MARÍA LARRALDE Cuando Manwë oyó qué camino había seguido Melkor, le pareció evidente que se proponía escapar a sus viejas fortalezas al norte de la Tierra Media; y Oromë y Tulkas marcharon de prisa hacia el norte con intención de alcanzarlo si era posible, pero no encontraron de él ni rastros ni rumores más allá de las costas de los Teleri, en los baldíos despoblados que llegaban casi hasta el Hielo. En adelante se redobló la vigilancia a lo largo de los cercados septentrionales de Aman; pero en vano, porque aun antes de que se hubiera iniciado la persecución, Melkor había regresado y había pasado en secreto alejándose hacia el sur. Porque era aún como uno de los Valar, y podía cambiar de forma, o andar desnudo al igual que sus hermanos; aunque pronto habría de perder para siempre ese poder...

ANTOLOGÍA MCREADY: CAPÍTULO 17. 4. SERGUEI VOZ NARRACIÓN: MARÍA LARRALDE Si en algún lugar la oscuridad es tan absoluta como para cegar irremediablemente los ojos, Serguéi había descubierto que se encontraba repentinamente en él. No ver hubiera sido soportable, pero el lugar donde se encontraba le permitía ver la profunda negrura en sí misma. Intentó pensar con claridad pues ningún miedo a la oscuridad cabía en su primitivo, pero inteligente cerebro reptiliano. Sin embargo, el lugar, si es que acaso de eso se trataba, donde se encontraba desprendía una densidad insondable que lo rodeaba totalmente y que se abría en abismo ante él. Una oscuridad opaca que lo desorientaba, y en el mismo instante en el que abrió los ojos no supo con certeza si se encontraba de pie o tumbado, si estaba arriba o debajo de algo, vivo o muerto. Se podía respirar la negrura, y supo que aquel podía ser s

Bajo un puente se despertó Nikolay, el rudo engendro chaparro y alegre que solucionaba todas sus rencillas a golpes y sus altercados, a machetazos. Nada se le escapaban a sus ojos negros y nacarados dispuestos algo juntos en un rostro aceitunado, bajo unos párpados gruesos y grises. Pero el despertar repentino bajo un desconocido puente de gruesas piedras cuya columna central velaba por la estabilidad de toda la estructura, lo sobresaltó. No entendía dónde estaba, pero tampoco cómo había llegado hasta la ribera de aquel río desconocido, azul y ruidoso. Sin mover un ápice su corto y robusto cuerpo cuyo pie derecho quedaba sumergido dentro de la fresca agua ribereña pensó detenidamente qué había podido pasarle. Lo último que recordaba era una sensación de ahogo mientras la Cosa amorfa lo devoraba y envolvía para asimilar su estructura celular. Recordaba también a su compañero Sergu&eacut

VOZ: MARÍA LARRALDE En ese tiempo se hizo la que luego tuvo más renombre entre las obras de los Elfos. Porque Fëanor, llegado a la plenitud de su capacidad, había concebido un nuevo pensamiento, o quizás ocurrió que una sombra de presciencia le había llegado del destino que se acercaba; y se preguntaba cómo la luz de los Árboles, la gloria del Reino Bendecido, podría preservarse de un modo imperecedero. Entonces inició una faena larga y secreta, recurriendo a toda la ciencia y el poder que poseía y sus sutiles habilidades; y al cabo hizo los Silmarils. Los Silmarils tenían la forma de tres grandes joyas. Pero no hasta el Fin, cuando regrese Fëanor, que pereció antes de que el Sol apareciese, y que se sienta ahora en las Estancias de Espera y no vuelve entre los suyos; no hasta que el Sol transcurra y caiga la Luna, se conocerá la sustancia de que fueron hechos. Tenía la apariencia del cristal de

Un relato corto de terror escrito por Elmer Ruddenkjrik incluido en la Antología TOMO OSCURO. Un relato donde un inocente acto cotidiano se convierte en una auténtica pesadilla para su protagonista. No te sorprendas si algún día te ves bajando una escalera sin final... UN relato dedicado a Stephen King. ¡A saber por qué! Voz Narración: María Larralde Edición: Historias Pulp Enlace al libro en Amazon: https://www.amazon.es/Tomo-Oscuro-1-M...

Capítulo 17/2: SASHA "—¡Joder, no puedo respirar! ¡Aang! ¿Pero qué coño es esto? ¡Orhan! ¡Orhan! Sin saberlo, Sasha estaba siendo arrollado por la masa informe en la que se había convertido la Cosa. Vio por última vez a Orhan por el rabillo de su ojo derecho, saltando por encima de la amorfidad cósmica, echándole orina con el difusor de plástico. Sasha sintió cómo el aire le faltaba, cómo no le entraba en los pulmones porque la masa, amorfa como un músculo completamente tenso, lo había envuelto por completo introduciéndose por todos los orificios de su cuerpo. Y, de repente, el mundo se oscureció para él. Despertó envuelto en sudor. Un escalofrío recorrió su espalda desde la rabadilla hasta la nuca. Al abrir los ojos vio las copas de unos extraños árboles de ramas retorcidas y oscuras, impregnadas de musgo verde luminoso, o eso